Es una forma de enfermedad periodontal, generalmente bacteriana que provoca inflamación y sangrado de las encías, provocando inflamación y sangrado de los tejidos bucales. Cuando aparece no es dolorosa, es una enfermedad reversible, pero si no se trata puede convertirse en periodontitis, que afecta gravemente a los dientes y puede hacer que se muevan.

Clínicamente al principio se observa una acumulación de placa bacteriana, sangrado indoloro, inflamación, encía más blanda y color más rojo, en la encía de lo habitual, provocando malestar en el paciente y pudiendo dar halitosis (mal olor de boca).

El riesgo de gingivitis es aumentado por la mala higiene oral (como hemos comentado antes), pero también por otros factores como pueden ser los dientes mal alineados, la ortodoncia, el embarazo (ya que los cambios hormonales aumentan las posibilidades de la afectación) o enfermedades sistémicas (como la diabetes).

El objetivo es reducir la inflamación, por lo que será un tratamiento efectuado tanto por el dentista en la clínica dental (habitualmente con una limpieza basta), como por el paciente en su casa haciendo la habitual limpieza de dos a tres veces al día compaginándolo con colutorio específico para este tratamiento y el uso del hilo dental (con cuidado de no dañar las encías), y puediendo añadir los cepillos interproximales a nuestra rutina diaria. Si es ocasionada por la malposición de los dientes, es aconsejable alinearlos con ortodoncia. Es muy importante que tanto los dientes como las encías o la mandíbula estén nutridos y sanos y la mejor forma es a través de una alimentación rica en Vitamina D, ya que proporciona beneficios que fortalece las encías.

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